Los dones definen lo que el cristiano hace; los frutos del Espíritu definen lo que el cristiano es. Solemos creer que los dones son conferidos a personas maduras espiritualmente; pero no siempre es así.
Los dones sirven para la edificación del cuerpo de Cristo y no revelan cuán espiritual es una persona. Los frutos del Espíritu, en cambio, sí son la verdadera medida de la madurez espiritual. Jesús nunca dijo que nos conocerían por los dones sino por los frutos, Mateo 7:20. Sansón tenía dones, pero era carnal y terminó muy mal. Saúl profetizó durante horas en la presencia del Señor, pero su corazón destilaba envidia y profunda maldad.
Nuestro deber es edificar la iglesia con los dones que hemos recibido y manifestar el carácter de Cristo por medio de los frutos del Espíritu, y todo para la gloria de Dios.
Los dones y los frutos del Espíritu te permitirá reconocer tus dones para que puedas ejercerlos en la edificación del cuerpo de Cristo y en la extensión del reino de Dios. Además, te ayudará a desarrollar los frutos del Espíritu para que te parezcas cada vez más a Cristo y, de esa manera, tu vida sea más útil y le dé más gloria al Señor. Comencemos la aventura.
¡Y que el Espíritu Santo nos ayude en el proceso!